La Tierra de Campos
30 de mayo de 2010
En un pueblo castizo de adobe y tapiales, dominado por la torre de la iglesia con nido de cigüeñas, rebaños de ovejas y magníficos palomares, en medio de los extensos trigales de la meseta castellana, se edifica una "Casa de Postas".
Cuando cruce la verja de entrada a La Posada de Campos, se sentirá retrotraído a los siglos pasados por la solera de las instalaciones: un palomar del siglo XVIII restaurado con mate riales locales y amueblado con piezas de rancio abolengo.
El edificio recrea las antiguas "Casas de Postas" en que las que los viajeros llegados a caballo o en calesa podían hospedarse y reponerse al igual que sus bestias y monturas.